jueves, 24 de junio de 2010

Eloy Jáuregui: poeta y periodista (primera parte)


Eloy Jáuregui tiene la imagen de un gran personaje, de un ser humano complejo y contradictorio: tangible, sensible, fuerte, guerrero, bohemio. Sentados en su sala, puedo observar que cuida amorosamente sus recuerdos más personales: las fotos de sus hijos, sus discos de vinilo (en un rincón), un banderín de su equipo de fútbol, fotos de amigos, una pintura y una mesa de centro con libros apilados.

Su casa es acogedora y escuchar a Eloy es escuchar a un maestro. Te llena de energía, de consejos y de alegría, pues detrás de todo ese torrente de vitalidad está el poeta, el periodista, el lingüista, el maestro de carne y hueso. Con sus virtudes, fortalezas y debilidades, como todos. Parece ser un buen amigo de sus amigos, de esos que se agrandan para fortalecer y a alentar a quienes los necesitan.

Escribir sobre Eloy Jáuregui es una de las tareas más difíciles que hasta hoy me han tocado. No sabía por donde empezar; con Eloy nada es fácil por el gran cúmulo de experiencias y vivencias. Pero a la vez es sencillo, como un niño grande. Vive solo, y los que a veces (o muchas veces) sentimos la soledad sabemos que ella pesa y duele. Por momentos se le percibe lejano y ausente, pero siempre esta allí dispuesto a dar una buena conversación.

Sus padres se llaman Néstor y Juana. Ambos son arequipeños y vinieron, cada uno por su cuenta, a Lima donde se conocieron y descubrieron que eran de la misma ciudad. En Lima se enamoraron y se casaron. Entonces el padre de Eloy trabajaba en Sedapal y la familia pasó a vivir a la esquina de las calles Dante y Primavera, en Surquillo.

Su vida comienza con las mujeres, como él mismo dice

“Desde pequeño estuve rodeado de mujeres: mi madre, mis hermanas, las tías, las primas, las amigas de mis hermanas mayores”.

Siempre desde niño escuchaba las historias mas inverosímiles que tejen las mujeres sobre cualquier vida. Y también las radionovelas. Su casa, como él dice, siempre estaba llena de gente porque venían los primos, las tías y toda la familia de Arequipa

“Mi madre era peluquera. Yo, impúber, escuchaba a sus asiduas clientes confesar la verdad de sus mentiras”.

Su padre puso una peluquería para varones. Entonces a su madre se le ocurrió la gran idea de dividir la tienda: una parte para varones y la otra para mujeres. Debe haber sido una de las primeras peluquerías Unisex, donde se leía a la vez las revistas Vanidades y Caretas, entre otras.

Me imagino a Eloy con tantas mujeres, sin saber qué hacer. Su hermana mayor trabajaba como secretaria principal en la Librería Minerva a quien visitaban las amigas nikei, negras y de todas las razas.


"Una de mis aficiones era el cine. Iba con mi madre al cine Primavera. Mi primera película fue La Violetera con Sarita Montiel, cuando yo tenía cuatro años".

–Buena película– le dije. La recomiendo.

La vida deslumbró muy precozmente a Eloy también por el cine, donde veía a los grandes actores, los noticieros, los llamados “reclames” y hasta los chocolateros de cada corte de película. De ahí su cinefilia, su constante afición por las películas de cualquier tipo.

“Don Simón, el papá de mi compañero de carpeta en un colegio de Surquillo, fue el que me incentivó ya que trabajaba en el cine Primavera. Por unos soles veía las películas, aunque comenzadas. Tenia cine matinée, vermouth y noche”.

Lamentablemente en su barrio no todos compartían esa afición. Surquillo estaba lleno de gente “lumpen”, como dice Eloy, y por eso tenía que convivir con ladrones, fumones y borrachos, prostitutas y delincuentes. Pero también con futbolistas y artistas. Pronto tuvo que aprender a defenderse, hacerse hombre para sobrevivir en ese barrio, donde la ley de la calle es la del más fuerte.

Eloy nació el 13 de enero de 1955. Desde niño, desde el vientre de su madre, escuchó todo tipo de música: mambo, vals, huaracha, rock. Jugaba pelota y era libre como el viento; salía de su casa y regresaba solo para comer, cuando tenía hambre. Así fue ganando “calle” y haciéndose mundano, aprendiendo de las experiencias de otros y de las suyas propias. Todas esa cosas le hicieron desarrollar el carácter, el deseo por la vida y especialmente la agudeza. Así, aquel niño curioso se convirtió en el hombre de hoy: poeta, profesor, periodista, lingüista, etc.

La experiencia escolar

Estudió en la Gran Unidad Escolar Ricardo Palma, que con la migración de los 50, se llenó de “todas las sangres” que conforman la sociedad peruana. Allí era todos contra todos, a veces los nikei y zambos contra los serranos y viceversa, suerte de rivalidad, odios ancestrales, búsqueda de la supremacía y muchos prejuicios raciales (que hasta hoy padecemos).

La violenta experiencia escolar marcó a Eloy. En los 60 la calidad del colegio mejoró bastante. Un renovado amor por el país apareció, se dictaban cursos “diferentes” (Eloy estudió esgrima) y los alumnos comenzaron a tener respeto y admiración por los profesores. Entonces se creó en el colegio un club literario donde leían…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

QUE INTERESANTE LA VIDA DE ESTE PROFESOR DIRIA HASTA LECHERO, TODO POR LA GRACIA DE DIOS LE FUE BIEN Y POR LO QUE NARRAS VIVE EN UNA TRANQUILIDAD HERMOSA ....AH Y AL FINAL TIENE SU BELLA ESPOSAAAAAA. COMO QUEDO LA HISTORIA ....UN ABRAZO ELOY. DIOS GUARDE A USTED.

Maoli Mao dijo...

Hola, la Historia continua en la 2 parte, hay videos y mucho más de la vida de Eloy, aquí te dejo el enlace http://maolilapoeta.blogspot.com/2010/07/eloy-jauregui-poeta-y-periodista.html